jueves, 29 de agosto de 2024

IRISDISCENCIA

Las miradas se perdían en medio de la selva. Poco a poco iba cayendo la noche ante la llegada inminente del atardecer. Pero no era un atardecer cualquiera, era mágico; a pesar de la tristeza albergada en los rostros y en las almas de los migrantes. A medida que el sol se ocultaba tras las montañas, se expandía una gama de matices únicos. Cada paso dado era un nuevo color en el horizonte, un arcoiris de oportunidades que Dios les presentaba para sobrevivir en tierras ajenas.

(Texto seleccionado en el VII Concurso de microrrelatos sobre el atardecer “Micro Atardeceres”, Diversidad Literaria, Madrid/Año 2024)