domingo, 9 de diciembre de 2018

EL AGUJERO

Todo a oscuras. Como siempre, sin luz a las siete de la noche. Una escuálida vela me acompañaba y un montón de sombras a mi alrededor. No entendía lo que pasaba, pero algo me inquietaba. Inesperadamente, mi atención se centró en un agujero que se encontraba en la pared. Sentía como se aceleraba mi corazón, tanto que casi salía por mi boca. Pensamientos extraños retumbaban en mi cabeza. Pero ¿por qué llamar mi atención un simple agujero? Intuí que alguien me observaba.

Mi corazón estaba a punto de estallar por el gran temor que sentía. Un frío helado recorría todo mi cuerpo, encajándose en mis huesos y en piel. Tenía la certeza de que alguien me observaba. Cuando de pronto, pude descifrar lo inexplicable. Una inquieta lagartija salió de su escondrijo con sus enormes ojos de espanto… ¡Zaz…! ¡Madre susto! –dije. ¡Descarada lagartija, casi me provocas un infarto…!




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