Tu
piel desnuda pide a gritos
un toque de sus manos temblorosas
en cada una de tus zonas clandestinas,
que su boca coma de tu fruto prohibido
y que su cuerpo se agite sobre el tuyo
hasta quedar sin aliento y sin fuerzas;
caricias prohibidas que estremezcan los sentidos
despertando los demonios lujuriosos
en las carnes sudorosas, ardientes,
traspasando los límites de la pasión y la razón.
un toque de sus manos temblorosas
en cada una de tus zonas clandestinas,
que su boca coma de tu fruto prohibido
y que su cuerpo se agite sobre el tuyo
hasta quedar sin aliento y sin fuerzas;
caricias prohibidas que estremezcan los sentidos
despertando los demonios lujuriosos
en las carnes sudorosas, ardientes,
traspasando los límites de la pasión y la razón.
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