De pronto, pude ver su transformación, no lo
podía creer: su rostro era la representación
del mal, sus ojos, rojos, ensangrentados; y su boca deforme pronunciaba
palabras soeces que como escupitajos de fuego quemaban a todo aquel que se le
acercaba. Allí pude dilucidar que no solo los dragones son esos animales en
forma de serpiente, con garras de león y alas de águila, que echan fuego por la
boca.
(Texto seleccionado en el I Concurso Internacional de microrrelatos sobre dragones
"Microdragones", Diversidad Literaria, Madrid/Año 2023)
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