Todos los días mi vista recorre las calles de mi ciudad. Ya no hay lágrimas para lavar las imágenes que quedan grabadas en mi memoria. Hoy, puedo decir, que la miseria tiene cara de bolsa de basura, de ropas desgarradas, de pasos cortos y entorpecidos, de ojos desencajados en rostros famélicos y palidecidos, en medio del hambre y la pobreza. Nuestros nombres, van desapareciendo. Al final, solo seremos tizones medio encendidos a punto de extinguirse hasta convertirnos en cenizas.
(Texto seleccionado en el VI Concurso de microrrelatos "Universo de libros", Diversidad Literaria, Madrid/Año 2024)
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