La noche negra que
llora las andanzas de un caminante;
un caminante invisible
que no siente que se moja…
Recoge una flor. La
deshoja…
Recoge aire. No
respira…
Recoge agua. No la
bebe…
La luna quiere salir de
su oscura celda-noche.
Las nubes, pariendo
lluvia, no dejan que ella se escape.
Una tras otra caen
gruesas gotas de agua
que aterrizan en un
gélido rostro que intenta lavar sus lágrimas…
¿Lágrimas? ¿Lluvia?
Igual da… Es agua…
Arrecia en furia el
firmamento, arrecia el caudal de sus aguas,
al igual que el fuerte
río que se desborda en el alma
cuando por una u otra
causa sobrepasa sus orillas.
¿Qué inquietud tiene la
luna?
¿Qué inquietud siente
el alma?
Si la noche no se ocupa
de encontrar una respuesta
y captar lo que
realmente pasa.
Para ella da lo
mismo si está inquieta la luna,
si está inquieta el
alma,
si de verdad es lluvia
y si de verdad es lágrima…
Si la noche negra
llora,
¿Qué será lo que le
pasa…?
¿Será lágrima?
¿Será lluvia?
Igual da… Es agua…
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