Mi madre se emocionaba siempre con los atardeceres. Un cielo extraño, entre gris y amarillo, se asomaba esa tarde. Quizá llueva –pensó. Sin embargo, no se apagaron sus ganas de ir al balcón y presenciar el atardecer con sus rarezas. Gruesas gotas de lluvia cayeron, ahogando su deseo de apreciar el momento. Bueno –dijo con tristeza- será en otra oportunidad…
(Texto seleccionado en el IV Concurso de microrrelatos sobre el
atardecer MicroAtardeceres, Diversidad Literaria, Madrid/Año 2021)
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