Como si estuviese en el cielo, en mi balcón, miro hacia la calle y diviso el correr del agua en la canaleta. La lluvia humedece mi rostro, mis manos, los techos. Mis oídos perciben el crepitar del agua sobre los techos de las casas, casas tristes con ventanas tristes; todo bajo una tenue luz que asemeja un pueblo fantasma. En este momento, lo ideal sería un cigarrillo y un café para completar la atmósfera perfecta de soledad de un poeta en la oscuridad…
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