La luna hacía su aparición y con ella, un cambio radical en su comportamiento. Solo él sabía el efecto que ésta le causaba, pero no le daba importancia porque era un vampiro. Sentir el fluir de la sangre por sus cuerpos excitados bajo la luz de la luna llena, despertaba el enorme deseo por lamer y succionar el cuello de su amada hasta dejarla seca, sin aliento, a la espera de un nuevo renacer mientras hacían el amor.
(Texto de mi autoría seleccionado en el I
Concurso de microrrelatos sobre vampiros "Crónicas microvampíricas",
Diversidad Literaria, Madrid/Año 2022)
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