Mamá me invitó a la terraza ese día para
disfrutar del atardecer.
-¡Qué aburrimiento…! –dije. No quería subir, pero accedí. Para mí, era una tarde como cualquiera. Aún, con un sol resplandeciente de 6:30pm, pude constatar lo equivocada que estuve: un cielo azulirrosa espectacular que mi cerebro grabó para siempre.
-¡Qué aburrimiento…! –dije. No quería subir, pero accedí. Para mí, era una tarde como cualquiera. Aún, con un sol resplandeciente de 6:30pm, pude constatar lo equivocada que estuve: un cielo azulirrosa espectacular que mi cerebro grabó para siempre.
(Texto seleccionado en el III Concurso de microrrelatos sobre el
atardecer “MicroAtardeceres”, Diversidad Literaria, Madrid/Año 2020)
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